Como decía Sun Tzu “…la mejor defensa es un buen ataque” pero, ¿Qué significa exactamente?
Si hacemos una analogía y pensamos en “defensa personal”, hablamos de herramientas y/o técnicas que nos ayuden a salir de una situación de agresión hacia nuestra persona en un momento dado.
Desde el punto de vista conceptual no existe la defensa personal ya que toda defensa involucra un ataque y necesita ejercer violencia de por sí.
Lejos estamos de la ¨defensa¨ simplemente. La defensa personal, como tal, es una cuestión ofensiva por naturaleza, no es por nada que en casi todos los estados del mundo el área denominada habitualmente ministerio o secretaría de Defensa es la encargada de administrar los recursos bélicos ofensivos de esos estados.
Esta analogía aplica directamente al campo de la ciberseguridad.
Con la premisa que mencionamos anteriormente podríamos decir que necesitamos conocer cómo realizar los ataques, para poder comprender como defendernos de los mismos. Dicho de otro modo, si la intención es, por ejemplo, defenderse de un arma, primero es necesario entender cómo opera la misma y aprender a utilizarla.
¿Cómo podría entonces una organización defenderse de algo que desconoce cómo opera?
Difícilmente pueda…
Ignorar la manera en que un ciberdelincuente realiza sus acciones, es lo mismo que intentar aprender a defenderse de un agresor sin entender cómo atacarlo. Esto es prácticamente inválido por definición ya que es necesario conocer sus técnicas si queremos contrarrestar su agresión.
Es de vital importancia que las organizaciones tomen conciencia de incorporar y entender la seguridad ofensiva como una herramienta que les permita comprender a sus agresores y la manera de mitigar sus acciones.
La práctica periódica de assessments de seguridad le permite a una organización no solo “simular” estas acciones sino también como resultado, estar un paso adelante del enemigo.
